Después de 20 años sumida en el silencio y
apartada de las galerías de arte, la artista Tina Celis ha vuelto a exponer sus
obras en Barranquilla. Antes de ese ocultamiento voluntario, a esta pintora
bogotana todos la conocimos en una época como la compañera inseparable del
artista Norman Mejía. Hoy resurge con renovados bríos presentando en la feria
de arte La propia, de la Aduana, un conjunto de acrílicos sobre cartulina,
donde plasma evocaciones de lugares y momentos de su vida.
Con un tratamiento neoexpresionista de las
formas y con una paleta oscura, de gama baja, plasma imágenes muy particulares,
casi sin referencias evidentes a otros artistas conocidos.
De ayer a hoy su estilo ha variado muy
poco. Recuerdo muy bien que vi pinturas suyas en la Galería Elida Lara en los primeros años de
los ochenta. Eran piezas acromáticas, con unas formas expresionistas y unos
espacios oníricos no exentos de desolación. Ya se daba a conocer de la mano de
su Maestro y compañero Norman Mejía.
Su primeras pinturas vieron por primera vez la luz pública en una exposición colectiva llamada Pequeño Formato en el año 81 y cuatro años después expuso individualmente en la prestigiosa galería de las Lara. Posteriormente, sus obras se mostraron en varios espacios de la ciudad y del país. Expuso en la Bienal de Bogotá, en el Museo La Tertulia de Cali y en varias galerías de los Estados Unidos cuando se traslado a vivir a New York y Miami.
Su primeras pinturas vieron por primera vez la luz pública en una exposición colectiva llamada Pequeño Formato en el año 81 y cuatro años después expuso individualmente en la prestigiosa galería de las Lara. Posteriormente, sus obras se mostraron en varios espacios de la ciudad y del país. Expuso en la Bienal de Bogotá, en el Museo La Tertulia de Cali y en varias galerías de los Estados Unidos cuando se traslado a vivir a New York y Miami.
Pero hay algo que me llama la atención en este
resurgir de Tina Celis. Es evidente que conserva su estilo, pero la
significación de sus motivos formales de seguro que ha tenido cambios. Sería
sugestivo estudiar y profundizar en esas diferencias temáticas del ayer y del
ahora. Develar ese tul secreto que tienen las obras de arte y más en el caso de
Tina, porque su pintura proviene desde lo más recóndito de su ser. Su manera de
pintar también contribuye a darle el sello enigmático que revisten sus
pinturas. La artista va poco a poco estructurando las formas, sin un plan
previo o por lo menos consciente, que van fluyendo, aflorando paulatinamente
hasta definir con gran expresividad el cuadro.
Los recuerdos atesorados, las inquietudes
subyacentes, las reflexiones sobre su existencia se trasladan a las
composiciones de sus pinturas, pero no de manera directa o ilustrativa. Habría
que escudriñar cuidadosamente e interpretar sutilmente que significa, por
ejemplo, ese ser de tonos grises blanquecinos que levita en medio del espacio
pictórico y pareciese que se escurriera tratando de salir del cuadro. Es una aparición
o una fuga? Es una mujer que se vuelve idea o un pensamiento que adquiere forma
femenina?
La artista me recibió en su taller y con
una calidez y rebosada sensibilidad accedió a dialogar sobre esta nueva etapa
de su vida.
¿Cuándo fue
que dejaste de mostrar tu obra en público?
La
última vez que expuse fue en el año 93 en una individual en Confamiliar, aquí
en Barranquilla. Bueno, años después hubo otra exposición colectiva pero en Argentina,
en el Centro La Recoleta, en Buenos Aires. En esa expusimos cinco artistas
colombianos y un argentino, y participó Norman también. Esa sí fue la última.
¿Eso fue poco
después de tu regreso al país?
Bueno,
nosotros estuvimos ausentes de Colombia por cinco años y regresamos en enero
del 92. El primer año lo pasamos Nueva York pintando cantidades, conociendo
galerías, museos y todo fue maravilloso. Después nos ofrecieron un loft en la
Florida, en South Beach, y en él permanecimos mucho tiempo. Allí quisimos
montar un galería de arte pero no fue posible en ese momento. Cuando se sale al
exterior como artista uno debe tener un respaldo en su país para que le vaya
muy bien. Ni Norman ni yo sabíamos eso y fue muy difícil. Después de los cinco
años por fuera, habíamos dejado todo abandonado aquí, entonces regresamos y
empezamos a poner todo en orden, sobre todo en el terreno de Puerto Colombia
donde había una casa que él construyo en el 69. Sin embargo, seguimos pintando
bastante.
¿Qué nuevas
condiciones se dan, qué sucesos confluyen para que Tina Celis después de 20
años vuelva a exhibir sus obras al público?
Ante
todo tengo un compromiso como artista conmigo mismo y con Norman Mejía, porque
él fue mi maestro, él me inicio en el mundo del arte, sin ninguna pretensión de
parte de él ni mía. Un día él vio un dibujo mío y le gustó y me dijo que tenía
talento y me señaló: mira ahí tienes todos los materiales, pinturas, pinceles,
cartulinas; ponte a pintar lo que te salga. Cuando él regresaba, si le gustaba
lo que yo hacía me decía: es una maravilla!, es buenísimo! Pero cuando no le
gustaba me decía: eso es una porquería! borra eso y haz otro cuadro. Y cuando
él veía que yo pintaba algo parecido a lo de él me decía: no, Tina, por ese
camino no te metas porque tú tienes que encontrar tu propio lenguaje, encuéntrate
a ti misma.
Podemos decir
que es un resurgir de Tina Celis…
Bueno
eso espero. Aunque eso no lo decido yo sino el público, cuando vea las ocho
pinturas que expongo en la feria de arte de La Aduana.
Observo en lo
que vas a presentar que pintas con una tendencia neoexpresionista, con una
figuración muy libre, ¿qué diferencia existe entre estas obras y lo que hacías
anteriormente?
Yo
creo que ninguna. Yo siempre he pintado así, porque como decía Norman, yo tengo
un solo estilo, y por eso él me decía: a ti te puede ir mejor que a mí, porque
yo soy como siete pintores en uno. Sobre esto hay una anécdota maravillosa de
Norman, cuando caminábamos por Lincoln Road, entramos a un anticuario y una señora
nos dijo: oh! yo los he visto, tienen un estudio por aquí? Norman le dijo que
sí, que teníamos un estudio en South Florida Art Center y la señora le preguntó
qué pintas tú? Norman le comentó: muchas cosas porque yo soy como varios
pintores en uno, y ella le dijo: ah! entonces no te has encontrado a ti mismo,
a lo que Norman respondió: No, lo que pasa es que yo ya me he encontrado varias
veces.
Puedo pensar,
que has luchado para que tu obra no se parezca a la pintura de Norman.
No, no
he tenido que luchar, la verdad, pero puede que haya influencias, creo que
seguro que las hay, porque sería natural y válido. Imagínate, yo viví con él y
lo vi pintar durante 32 años.
¿Por cuales
otros artistas te has sentido atraída?
Me
encanta el pintor Kiefer y los neoexpresionistas alemanes. Recuerdo que en el
Metropolitan de Nueva York vi una muestra llamada Berlin Art, que fue
impresionante, maravillosa. También me gustan Munch, Basquiat y otros.
¿Qué temas
estás desarrollando en tu pintura actual?
Bueno...
No sé... Creo que son temas que afloran de mi vida, de la vida de Norman y mía.
De recuerdos del terreno de Norman, en fin... Yo soy bogotana y cuando llegué a
Barranquilla y conocí ese terreno, era enero, y los árboles estaban sin hojas,
me impresionó mucho. Ahora, a mi no me gusta explicar mis cuadros, yo prefiero
que el publico los descubra. Sigo pensando que un cuadro es un diálogo
silencioso entre el pintor y el espectador. Lo que sí quiero decir es que yo no
planifico mis cuadros... Yo pinto lo que va saliendo y a medida que voy
haciendo gestos y manchas de colores van apareciendo formas que voy sacando y
el cuadro se va desarrollando poco a poco. Hay cuadros que salen fácilmente y
otros que tengo que luchar arduamente y al final, como decía Norman, sale el “milagrazo”.
Una pregunta
obligada sobre el legado de Norman Mejía. A un año del fallecimiento del
Maestro, ¿qué piensas hacer con su obra, que estás planeando sobre
catalogación, conservación, exposiciones, investigaciones, difusión, etc.?
Obviamente,
he pensado en todo eso, pero por ahora no se puede hacer nada porque como tú
sabes Norman y yo nunca nos casamos y primero hay que cumplir una serie de
requisitos legales, como lo de mi reconocimiento como cónyuge supérstite, que
todavía no se ha dado y por recomendación de mi abogado no se puede exhibir por
ahora la obra de Norman. El Museo de Arte Moderno me propuso una exhibición de
la obra de Norman para conmemorar el año de fallecido pero se aplazó,
precisamente porque yo todavía no puedo disponer de esas obras. Se han hecho
varios actos como muestra de vídeos, charlas y otros, pero no se mostraron su
cuadros.
¿Qué intención tiene la artista Tina con estos
cuadros que está exhibiendo nuevamente en Barranquilla? Qué deseas que el público
capte o piense?
No,
simplemente que me conozcan, porque a mi me conoce mi familia, me conocía
Norman y nadie más. Y bueno, como todos somos un poco vanidosos, a veces a uno
le gusta ver la impresión de la persona frente a la obra. Es divertido eso.
Me disculpas
está pregunta: ¿Cómo ha sido la vida de Tina Celis sin Norman Mejía?
Muy
difícil, muy difícil porque Norman y yo dependíamos el uno del otro. Nosotros
vivíamos las 24 horas del día juntos. Y eso no quiere decir que estuviéramos
así, pegaditos, no, pero sabíamos que mientras él estaba pintando en la casa y
yo también estaba pintando o cocinando y a mí se me ocurría algo yo salía
corriendo y se lo contaba y lo mismo hacía él conmigo, porque Norman era como
el cascabelito de esta casa... y cuando el cascabel ya no suena... es muy difícil.
Durante este año lo que he hecho es aprender a vivir sin Norman Mejía.
¿Cómo es
ahora la rutina diaria en la vida de Tina Celis?
Ahora
varía mucho porque tengo que atender varios asuntos. A veces duermo poco y oro
mucho. Antes pintaba mucho más, era más disciplinada y me metía fácilmente en
ese canal de la pintura que es como una meditación profunda y nada me sacaba de
ahí. Te cuento una anécdota: Un día estaba pintando en un jardincito de la casa
de Puerto Colombia y estaba tan concentrada profundamente, y de pronto sentí
que algo me estaba perturbando y era un toche sobre mi cabeza en la rama de un
árbol que me miraba y miraba lo que yo estaba haciendo y formó una algarabía
con su canto que me sacó de mi concentración. Esa fue una experiencia
maravillosa, divina. Ahora he retomado la pintura que había abandonado casi por
completo y me cuesta más trabajo entrar en esa meditación profunda, dejarme
llevar es más difícil ahora. Eso es lo que estoy notando, la gran diferencia
entre el antes y un después.
Por último
Tina, algo que quieras destacar de tu vida...
Lo que más quiero enfatizar es que la persona que soy
ahora es gracias a Norman. Él fue muy generoso conmigo al haberme metido en
este camino tan hermoso que es la pintura. Y ahora en adelante mi proyecto de
vida es dedicarme a promover la obra de Norman y la mía. Es algo que debimos
hacer juntos, pero ahora a mi me toca sola y espero estar a la altura de estos
compromisos.
Tina fue muy afortunada como artista al poder compartir gran parte de su vida con el maestro Norman, ya que que este hombre tenia un estilo muy caracteristico que sin duda alguna tuvo que haber marcado las obras de Tina. Muy pocos artistas encuentran esa alma gemela que en realidad sirva como soporte, compañia, critica y mano derecha.
ResponderEliminar