En su serie de pinturas,
titulada Navegar, la artista cubana Jacqueline Brito construye una gran
metáfora visual. Contrasta y combina las imágenes de veleros del siglo XVII con
situaciones y juegos semánticos sobre la navegación en internet y las redes sociales. Las mismas
pinturas son como velas por lo que están sujetas a la pared con cuerdas y
tensores.
Los íconos históricos son
retomados para servir de símbolos de nuevas situaciones. Es un volver atrás poéticamente
para acentuar los cambios acelerados y las nuevas situaciones del presente.
Aunque alguien podría interpretarlo como la alusión a un síntoma del subdesarrollo:
el acceso a las Tics contemporáneas con las velocidades de pasadas épocas.
A pesar de la evidente
desventaja gnoseológica que tiene la navegación virtual frente al viaje real,
para la artista la primera tiene ventajas sobre la segunda. “Cuando viajas por
océanos de información no corres el riesgo de zozobrar y te sientes tranquilo
desde la seguridad de tu casa” lo dice con cierto tono socarrón.
Como vemos, Jacqueline
entrecruza distintos conceptos de navegación y, afianzando la ironía, mezcla
signos divergentes y leva anclas al deseo de navegar y a la necesidad de
ampliar el radio de comunicación con el
mundo.
Una circunstancia que ha
marcado su vida es que ella ha vivido toda su vida en una isla. Y vivir en una
isla nos es lo mismo que vivir en el continente. En la isla todo largo camino
termina en el mar. “La isla te condiciona geográfica y culturalmente y si la
isla está bloqueada el sentimiento de hacinamiento es mayor”, como se logra advertir en la tela Facebook, donde pequeñas
cabezas de cerámica de diferentes fisonomías denotan la diversidad y la apretujada
convivencia multicultural. Por ello, a
veces brota un recóndito deseo de conjurar “la maldita circunstancia
del agua por todas partes” como lo cantó magistralmente el poeta Virgilio
Piñera.
De
asociaciones, no siempre libres, surgen extrañas imágenes que nos atraen por lo
ilógico, pero terriblemente posible, como la ciudad que habita en un inmenso
barco a la deriva, suma de edificios que transitan por un mar infinito. La
vemos como una desolada ciudad utópica o como la imagen metafórica de
transnacionales que navegan libres por el mundo y no tienen territorios o
gobiernos a quien rendir cuentas.
“No se
logra ver, pero allí suceden cosas, por eso titulé esa pintura Links y le adicioné una serie de textos
magnéticos” me cuenta la artista. La mayoría de esos textos son palabras
inconclusas, que demandan la unión con otras sílabas para ser terminadas y poder
ser comprendidas o quizás, su propia existencia truncada revela el verdadero
sentido de lo que acontece.
Los
títulos de las obras son suplementos verbales que son tomados de la
terminología del mundo digital y es claro que están ahí para que sean como un
guiño para el espectador, una llave que abre una puerta o un detonante para
provocar la reflexión o el encuentro con campos de sentido.
Como todo artista cubano
bien formado, Brito realiza una amplia investigación para la producción de su
obra. Algunos de sus referentes van desde los viajes de Ulises a su querida
Ítaca hasta las enigmáticas pinturas de las “Aguas territoriales” de su
compatriota Luis Martínez Pedro. Y, más cerca de nosotros, le han interesado
las obras que se relacionan con la migración y el éxodo, como las singulares e
inquietantes barcas del cubano Kcho.
Además
de pigmentos, la artista utiliza materiales heteróclitos que involucra en sus
composiciones formales. Ella se cuida de que estos materiales le aporten
significado a la obra porque ya traen una carga simbólica.
Pero también, al venir de
una cultura povera a Jacqueline Brito
le gusta tratar con materiales reciclables, esos que se arrojan por inservibles
o que ya cumplieron su ciclo de consumo. Esto le obliga a trabajar “artesanalmente”
para ajustar, incrustar o ensamblar muy bien los objetos tridimensionales con
la superficie pictórica.
Ser
una artista cubana no es fácil y Jacqueline se siente como una “sobreviviente,
porque tienes que batallar todos los días para lograr objetivos, los materiales
escasean, tienes que ser tu propio representante, el mercado que se impone y
tienes que ser astuto para que no te timen, sobre todo los extranjeros…”
Ante
la nueva situación política que se desprende del reinicio de relaciones
diplomáticas de Cuba con los Estados Unidos ella tiene claro que vendrán
trasformaciones culturales y los cubanos se abrirán más al mundo global. “Mucha
gente quiere expresarse, pero cuidado, uno debe tener raíces firmes, saber lo
que tú quieres, que no te seduzcan los cantos de sirenas y que se mantenga la
nacionalidad y esos valores patrios, que no fueron impuestos sino consecuencia
de un recorrido histórico”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario