domingo, 31 de julio de 2011

Si no hay participación no hay arte

En el terreno de la biotecnología y salud pública cuando escuchamos términos como crecimiento viral y auto-replica de la entidad invasora, el terror se apodera de nosotros, pero en el campo del arte sucede lo contrario y la reacción estética puede ser de atracción y hasta de fascinación.
Es lo que muchos visitantes han experimentado con la obra Outside itself del artista Federico Díaz, que se presenta en la 54 Bienal de Venecia. Es una instalación interactiva articulada con base en máquinas robóticas, pero diseñadas completamente por manos humanas desde su creación hasta su montaje.
La obra de Díaz, residenciado en Praga, es una instalación site specific que está matemáticamente programada para responder a la interacción con el espectador. La obra aborda la noción de crecimiento viral, y al entrar en contacto con el público se carga de datos, llega a auto-replicarse y transformarse en una forma de vida en sí misma.
En el centro de la sala un rectángulo de luz invita a los espectadores al encuentro mientras, en el otro extremo de la sala, los robots sensibles a la luz monitorean los movimientos, gestos y desplazamiento de los visitantes. Incluso la ropa de los espectadores es captada por potentes sensores ópticos que utilizan la copiosa información para crear un flujo de datos que informa a los robots para que la instalación  cambie de forma. Así, miles de esferas negras de 5 cm de diámetro se transforman,  recomponen y organizan de acuerdo con los cambios de luz ambiental, cada 12 horas.
Si existe desplazamiento la instalación genera su forma, dándole cardinal importancia a la acción de espectador. Si no hay participación no hay arte.

martes, 26 de julio de 2011

La persistencia del Arte (a pesar de…)

Después de la Documenta de Kassel, es la Bienal de Venecia el segundo evento más importante del mundo en las Artes Visuales. Creada en 1895, la Bienal llega este año a su versión 54 bajo la dirección curatorial de la historiadora suiza Bice Curiger, quien ha elegido el lema ‘ILLUMInazioni-ILLUMInations’, en un juego de palabras que reúne las ideas de “luz” y “nación”. De tal manera que, según su directora, la Bienal de Venecia pretende “iluminar” al mundo del Arte con "un espíritu que traspasa los confines nacionales en una época en la que los artistas tienen una identidad poliédrica".

La crisis económica, la corrupción política, la guerra, el desempleo, las desigualdades de clases y hasta la primavera árabe son algunos de los temas que los artistas han tratado con mayor profusión para recalcar la necesidad de cambiar un sistema mundial en crisis total.
Hay algunas obras que han llamado mucho la atención de curadores, críticos, teóricos, directores de museos, galeristas y público general en esta 54 Bienal de Venecia:
En el pabellón alemán se reconstruyó una iglesia al tamaño real, que opera como una obra de arte total con instalaciones de pinturas, objetos y videos. Mediante esta inmensa escenificación que perturba a muchos se pretende referenciar la vida del artista Christoph Schlingensief (Oberhausen, Alemania, 1960–2010) que murió el año pasado a causa de un cáncer. Esta obra, A church of Fear vs. The Alien within, relata la experiencia del dolor y el sufrimiento por la quimioterapia y otros tratamientos muy agresivos para luchar contra el cáncer de pulmón y su experiencia cercana a la muerte. En las paredes laterales del pabellón se proyectan otras seis películas de diferentes etapas de su carrera artística.
En un enorme espacio de grandes superficies cubiertas de plateado, el artista Thomas Hirschhorn (Berna, Suiza, 1957) combina imágenes de lujo y moda con las de personas torturadas y ejecutadas que el autor recopiló durante diez años en periódicos y revistas de todo el mundo. La obra titulada Cristal de resistencia es como un gran supermercado con objetos usados y desechados del ámbito de la moda, que crea una especie de sendero fantasma del consumo y el desperdicio. El conjunto se completa con vídeos de las revueltas árabes y acuarios habitados por libros solitarios. Mira Más imágenes de la obra.
La obra El asesino de tu herencia de Adrián Villar Rojas (1980, Rosario, Argentina) consiste en 11 esculturas de arcilla de 6 metros de alto y 2.5 toneladas cada una. Es una instalación site-specific que el artista y sus asistentes empezaron a construir el pasado 20 de marzo dentro del Pabellón Argentino y que se puede asimilar a una ficción apocalíptica, en la que los últimos seres del planeta se confabulan para erigir una última obra artística de la especie humana. El proyecto es una suerte de laboratorio en el cual podemos pensar cómo van a ser reeditados los residuos de la cultura humana. “Son momentos de collage muy brutales entre arquitectura, ciencia ficción, animación japonesa y escultura geométrica abstracta”. El curador Rodrigo Alonso nos dice que las esculturas parten de un relato que desde un futuro hipotético reflexiona sobre el presente, desplegando cierta dimensión política de la fantasía. Desde una mirada situada en ese fin del mundo –el nuestro– nos propone repensar el lugar de la creación artística como un refugio de la existencia, la pasión y la sensibilidad”. Ver el video de la muestra.
The Clock es la obra del artista Christian Marclay (San Rafael, California, 1955) que consiste en un video que dura 24 horas, que se compone de secuencias extraídas de más de 3.000 películas. Los fragmentos introducen imágenes de relojes que marcan la hora exacta coincidiendo con la que el espectador tiene en su propio reloj. En un extraordinario ejercicio de montaje fílmico, Marclay examina cómo el tiempo, la trama y la duración se muestran en el cine a través de su historia, mientras que el video también es un reloj de trabajo que se sincroniza con la hora local. En cualquier momento, un espectador puede entrar a la sala, observar el trabajo y saber con certeza la hora del día. Por este video, el Jurado de la 54 Bienal de Venecia otorgó a Marclay el premio El León de Oro como el mejor artista al estadounidense.
Mike Nelson (Inglaterra, 1967) convirtió el pabellón inglés en un enorme laberinto y varias habitaciones con  instalaciones que evocan la clase trabajadora de Estambul. En su obra titulada El Impostor, el público debe recorrer una sucesión de estancias desoladas y estrechos corredores a los que se accede agachando el cuerpo para contemplar vendajes usados, cuerdas rotas y otros restos que aluden a situaciones de tortura, secuestro e indefensión.
La propuesta Saqueo (Looting) de Regina José Galindo (Guatemala, 1974) está compuesta por ocho pequeñas esculturas de oro. Para realizar esta obra, la artista encargó a un dentista en Guatemala para que le hiciera ocho cavidades en los molares y obturarlas con oro de su país. Después viajo al viejo mundo, a la ciudad de Berlín, donde se sometió a la extracción de ese oro con el fin de crear las esculturas. Así, encarnó en su propio cuerpo el acto de saqueo vivido durante la colonización. “De un lado la conquista, la guerra, la política de tierra arrasada, la explotación de los suelos, el humillado. Del otro el conquistador, el que da las órdenes, el hombre del viejo mundo, el que levanta la mano y se queda con el oro” expresa la artista en su página Web.
Otra obra que ha sido muy apreciada por el público es el proyecto Gloria del duo Allora & Calzadilla. Los artistas Jennifer Allora (Philadelphia, 1974) y Guillermo Calzadilla (La Habana, 1971) que emplean lo performático como elemento sustancial de sus obras, presentan un tanque de guerra blindado vuelto al revés, cuyas chirriantes orugas son movidas por deportistas de élite que corren sobre una máquina trotadora con banda sin fin. Uno de los atletas que participan en el performance es el medalla de oro olímpico de decatlón Dan O’Brien. Gloria alude a temas de tanta actualidad como la competitividad, el militarismo y los nacionalismos, aunque permite un abanico de más profundas interpretaciones. 

viernes, 22 de julio de 2011

Cuando se desea el deseo del otro

En una de las obras de la artista Rivane Neuenschwander, que se exponen actualmente en el Miami Art Museum, usted puede elegir entre miles de cintas de colores que están impresas con los deseos de miles de brasileros pobres y reemplazar uno de esos deseos con un deseo suyo, de tal manera que usted contribuye a convertir una aspiración privada en una responsabilidad colectiva. Se trata de un arte de participación titulado I wish your wish (2003), basado en una práctica habitual de peregrinos de la Iglesia de Nosso Senhor do Bonfim en Salvador de Bahía, en la que los fieles se atan cintas de tela a las muñecas y piden un deseo, con la creencia que su deseo se cumple cuando las cintas se desgastan y se caen.
Esta y otras obras hacen parte de la exposición Rivane Neuenschwander: A Day Like Any Other, en la que el público puede analizar diez años de prácticas artísticas de Rivane Neuenschwander (Belo Horizonte, Brasil, 1967) a través de la pintura, la fotografía, el cine, la escultura, las instalaciones y las acciones participativas.
Se trata de la producción de la primera etapa de la carrera de Neuenschwander, que se caracterizó por su rigor conceptual, su atractivo sensorial y la pretendida búsqueda de evocaciones poéticas y de interacción con el espectador.
Con esta muestra, que se puede ver hasta el 16 de octubre, podemos llegar a comprender por qué Neuenschwander se reconoce como una de las figuras con mayor reputación internacional del arte contemporáneo brasileño. Así mismo,  como ella se inspira para sus temas en la naturaleza, el transcurso del tiempo, los ciclos de la vida, los misterios de la percepción y de las relaciones humanas.
Sus obras, de carácter siempre participativo y con un toque juguetón y sensual, nos impulsan a reflexionar sobre las difusas fronteras entre artista, obra y espectador, ya que muchas de las piezas de la brasileña son resultado de la colaboración de grupos de personas tan variados como los músicos, los clientes de bares o los propios visitantes de sus exposiciones. De esta manera, ella continúa con la tradición de borrar la distinción entre el creador y el espectador moderno desarrollada por artistas brasileños, como Lygia Clark y Hélio Oiticica.

También usted podrá admirar las obras: Rain Rains (2002), una instalación con un gran número de baldes suspendidos del techo para crear un ambiente de lluvia artificial; First Love (2010), donde los visitantes describen su "primer amor" a un dibujante de retratos de sospechosos de la policía y The Conversation, basado en la película homónima de Coppola de 1974, filme visionario que explora las violaciones de la intimidad y la privacidad a través de la tecnología.

sábado, 16 de julio de 2011

Mona Hatoum. Roadworks



Mona Hatoum (Beirut, 1952)
Roadworks
1985
Performance


Durante la primera mitad de la década de los ochenta, Hatoum llevó a cabo una serie de actuaciones controvertidas lleno de contenido político. Esta pieza fue producida dentro de este marco, en 1985, en las calles de Brixton, un barrio predominantemente negro de la clase obrera, que se encuentra en las afueras de Londres. Hatoum realiza dos actuaciones relativas a una acción organizada por otro artista Stefan Szczelkun titulado "Proyectos de construcción", en los que la intención era crear una relación entre un determinado grupo de artistas que intervienen en una comunidad empobrecida. De esta manera, estos artistas que producen su trabajo en un entorno y para un público muy diferente que esta costumbre visitar museos y galerías.
Hatoum es retratado en la fotografía y los pies descalzos caminando por las calles del barrio con un par de pesados ​​el Doc Marten botas atadas a sus tobillos. Sus pies aparecen desnudos y vulnerables en comparación con las botas resistentes tradicionalmente usado por la policía o por cabezas rapadas. El artista se presenta como una persona pobre que cuestiona el sistema, tratando de poner de manifiesto su mecanismo estructural a través de una acción en la que incluso el acto de base de caminar se hace difícil.

miércoles, 6 de julio de 2011

Yayoi Kusama: puntual



Hasta el 18 de septiembre estará abierta al público en el Museo Reina Sofía de Madrid una completa retrospectiva sobre la obra de la artista japonesa Yayoi Kusama (Matsumoto 1929), que muchos estudiosos consideran como la artista más prestigiosa de Japón.
La exposición, con la curaduría de Frances Morris, de la Tate Modern de Londres, pretende mostrar la amplitud y la profundidad de la producción de Kusama, resaltando las etapas creativas más importantes de la artista a través de un conjunto de 150 piezas. Después de España, la muestra recorrerá algunos de los principales centros de arte del mundo: Centre Pompidou de París, Tate Modern de Londres y el Whitney Museum de Nueva York.
En esta retrospectiva, el espectador puede tener una visión global de las seis décadas de creación de la artista y puede recorrer, a través de una serie de ambientes, la obra de Kusama y su acercamiento a los diferentes medios, técnicas y materiales: dibujo, pintura, collages y assemblages, escultura, instalaciones, películas y performances, edición y diseño.
Kusama desempeña un papel trascendental en el arte de posguerra desde una posición excéntrica. De un lado se aproxima al pop, al nuevo realismo y al feminismo en sus instalaciones y faceta pública; de otro, su empleo de la repetición, de lo monocromo y de la retícula tienen que ver a la vez con la obsesión y la enfermedad mental. Esta exposición muestra a Kusama como una artista irreductible y esencial en las nuevas narrativas globales del arte contemporáneo.
Es muy relevante en su carrera su traslado a Estados Unidos en 1957, donde Kusama comenzó a exhibir grandes pinturas, esculturas blandas e instalaciones medioambientales en toda la década de 1960, alcanzando gran proyección y exhibiendo sus obras junto a sus amigos Claes Oldenburg, Andy Warhol, Jasper Johns y Donald Judd.
El desarrollo de una fuerte conciencia social le permitió vincularse con los movimientos contraculturales del momento, especialmente con el hippie, realizando numerosos acontecimientos –conocidos como Kusama Happening- y participando en festivales de pintura corporal, desfiles y manifestaciones contra la guerra de Vietnam. En una de sus obras audiovisuales, Self-Obliteration (1968), la pintura se transforma en elemento que empapa el espacio para estallar en verdaderas celebraciones del cuerpo y de la libertad sexual.

Más allá de la concentración en el aspecto patológico y terapéutico del arte, esta exposición pretende reflejar la profundidad de su trayectoria así como su contemporaneidad, mostrando también recientes instalaciones, como I´m Here, but Nothing (2000), y otras concebidas para la ocasión, como Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life (2011). “Si no hubiese hecho arte, me hubiera suicidado hace mucho tiempo” sentenció la artista.