domingo, 8 de julio de 2012

Diversidad y resistencia en el arte del Caribe colombiano
14 Salón Regional de Artistas Región Caribe, 2012

Un grupo de creadores jóvenes que declaran un paro de artistas para protestar en contra de diversas problemáticas del arte y la sociedad, un artista que arrastra una pesada canoa por una calle donde pasa uno de los más caudalosos arroyos de Barranquilla, una casa tugurial de madera construida dentro del Salón “decorada” totalmente en su interior con recortes de revistas y los 170 m2 de una diversidad de personas dibujadas directamente sobre las paredes de una sala (y que serán borradas al final del evento), son algunas de las 19 propuestas artísticas que el público samario y de toda la región Caribe podrá ver en el recién inaugurado Salón Regional de Artistas.
El Grupo Curatorial Atarraya, de la ciudad de Santa Marta, estuvo a cargo de la realización del 14 Salón Regional de Artistas Región Caribe 2011–2012, que está considerado como el evento expositivo más importante de las artes visuales en el Caribe colombiano y que cuenta con la promoción del Ministerio de Cultura de Colombia.
Los curadores, después de una larga investigación, seleccionaron proyectos artísticos ejecutados por 14 artistas individuales y 5 colectivos, prevenientes de todos los departamentos del Caribe, para un total de 35 artistas participantes.
Los grupos de artistas seleccionados son: Colectivo En Construcción de Barranquilla, Colectivo Octavo Plástico de Cartagena, Mauricio Zequeda & Ronald Prado de Valledupar, Colectivo Aguafuerte de Montería y el Colectivo Aguante de Gamarra.
En el Salón muestran sus obras los artistas Eduardo Butrón de Magangué, Viviana Covelli de Santa Marta, Osby Cujia de Valledupar, Rafael GómezBarros de Santa Marta, Lina M. Espinoza de Cartagena, Eduardo Fuentes de La Guajira colombo-venezolana y Omar Mizar de Soledad.
También fueron seleccionados Manuel Páez (Bocese) de San Andrés, Yussy Pupo de Barranquilla, José́ Luis Quesseps de Sincelejo, John Quintero de Santa Marta, Milagros Rodríguez de Barranquilla, Esteban Torres de Ciénaga y Cesar José́ Olano de Cartagena.
Como en cualquier Salón de arte contemporáneo, en este Regional podemos observar una diversidad de medios y modalidades artísticas como  intervenciones en el espacio público, fotografías digitales, esculturas, medios electrónicos, instalaciones, pinturas y acciones performáticas.
Con el uso de sintetizadores y otros dispositivos de procesamiento de sonidos, el Colectivo Octavo Plástico, integrado por un artista plástico, una historiadora y un músico, inundó el ambiente con una serie de sonidos y palabras amplificadas que van recreando el paisaje caótico sonoro de las ventas de mercado en Cartagena. Recorriendo la senda abierta por  el destacado artista caribeño, residenciado en Londres, Oswaldo Maciá, el colectivo investiga las conformaciones que giran en torno a la producción de sonidos, gritos, susurros, estallidos, musicalidades, ritmos y secuencias en el espacio público de las ciudades del Caribe.
Con otra serie de ritmos visuales, el artista samario Rafael Gómezbarros, que participó recientemente en la Bienal de La Habana, presenta cuatro módulos de un metal reflectante a los cuales se adhieren 431 cucharas en cada uno, formando una modulación y multiplicación visual que alude a las precarias condiciones alimenticias de gran mayoría de la población caribe colombiana.
Enarbolando la palabra que cuestiona, el gesto imponente, la proclama, la acción directa y otros recursos movilizadores, el colectivo en Construcción llama a la gestación de un paro de artistas, para llamar la atención sobre las nefastas relaciones del arte con el mercado capitalista salvaje, la lividez del sistema artístico, la misma “obra de arte” y la significación que el paro tendría para “resistir la barbarie y la alienación rampante”. 
La artista Viviana Covelli traslada completa una casa de una familia campesina de la vereda Tres Esquinas de El Difícil, con sus escasos muebles, hamacas y enseres, la que ha sido completamente cubierta en sus paredes interiores con recortes de revistas, en una especie de collage totalizador. Covelli busca propiciar una reflexión sobre la emergencia de manifestaciones de una estética popular que reclama espacio en la visualidad contemporánea.
También del campo, el artista sucreño José Luis Quesseps extrae los materiales con los que ejecuta su obra modular, consistente en 12 piezas de gran formato fabricadas con boñiga de vaca, achiote y matarratón, entre otras substancias, a los que les ha grabado con el mismo sello la palabra “Cowlombia”, aludiendo a las condiciones de atraso, injusticia y barbarie que se manifiestan no solo en la región Caribe, sino en todo el campo colombiano.
Sorprende la apropiación que hacen de una gran sala los artistas Mauricio Zequeda (ganador de Premio Botero) y Ronald Prado. Empleando muchos días, previos a la inauguración, ellos se dedicaron a dibujar directamente sobre las paredes, empleando grafito, carboncillo y lápices de colores, una multiplicidad de imágenes que han sido enviadas a su sitio en Facebook por las personas que respondieron la convocatoria. Los artistas las dibujan, luego las borran al finalizar el salón, pero las vuelven a instalar interpretadas en la Red para continuar el ciclo incesante de las imágenes en la visualidad contemporánea.
Igualmente, utilizando la web (http://www.facebook.com/el.polizonte.9), Milagros Rodríguez crea su avatar y lo pone a viajar por diversos lugares del mundo, como así lo demuestran las fotografías donde aparece en lugares famosos. Un muñeco feo, hecho con materiales reciclados, encarna el alter ego de la artista que así, curiosamente, puede vivir y expresar lo que la agobiante realidad cotidiana no le permite, como le sucede a millones de colombianos.
En el Salón llama la atención un video donde se observa al artista Yussy Pupo halando una pesadísima canoa en una calle del centro de Barranquilla, por donde irrumpe, en época de lluvias, el caudaloso arroyo de la Paz. A pleno sol y descamisado, este estudiante de Artes Plásticas de la Universidad del Atlántico, realiza una tarea titánica de casi un kilómetro de recorrido, que al principio el espectador no le ve la razón práctica, como en las acciones “insubstanciales" de Francis Alÿs, pero al final se queda pensando sobre la problemática de la parálisis del flujo artificial de la ciudad por el flujo natural de los arroyos.
Otra canoa, más pequeña y atiborrada de objetos domésticos o llevando una Inmaculada que por cabeza ostenta un cráneo pelado de vaca, ponen a navegar por ciénagas o por las calles inundadas de pueblos ribereños, los integrantes del colectivo Aguante, en una constatación de originales prácticas culturales que nacen de los estragos que causa el incontenible río Magdalena.
También del río, pero en Magangué, Eduardo Butrón recoge miles de bolsas plásticas de agua arrojadas por la incuria de los pobladores y construye un tejido que se asemeja a los trasmallos de los pescadores, los que, paradójicamente, a veces se quejan de la escasez de peces por la contaminación del río.
A estas alturas del recorrido por el salón nos preguntamos: ¿Es el Salón un reflejo de la gran diversidad cultural del Caribe colombiano? Se puede mirar como la confluencia de una serie de visiones heterogéneas y hasta contrapuestas en el campo del arte y la cultura? ¿Cuál es el objetivo de los curadores al presentar obras tan disímiles en temáticas, medios, estéticas, técnicas e intencionalidades? Las respuestas las podremos obtener haciendo un pausado recorrido del Salón Regional o en las visitas guiadas que tienen programadas el equipo de Atarraya conformado por Javier Mejía, que fue curador del Museo Bolivariano de Santa Marta y del Museo del Caribe; Edwin Jimeno, artista samario ganador del segundo premio en el Salón Nacional del año 2000; Jaider Orsini, artista visual y gestor cultural de Valledupar, y Stefannia Doria, actual curadora del Museo Bolivariano.
Para finalizar, ellos plantean que el salón tiene también un enfoque pedagógico que apunta a la creación de una plataforma didáctica, la cual busca reunir estudiantes, profesores, instituciones, adultos, jóvenes, niños, comunidades rurales, entre otros, para facilitar -a través de la interpretación de la obra artística y/o de la curaduría- el encuentro de saberes y experiencias.
Para ello, además de los discursos especializados, proponen la realización de Laboratorios de aprendizaje y estrategias de Formación de públicos, que persiguen democratizar el acceso a la cultura y el arte, y sobre todo, facilitar las herramientas para que el ciudadano del común pueda acercarse y apreciar en toda su dimensión lo que proponen los artistas.