Cuatro artistas barranquilleros conforman la segunda versión de Masa
Crítica, la exposición de artistas emergentes y jóvenes maestros del Caribe
colombiano que se inauguró el 23 de marzo en la Galería La Escuela de Bellas
Artes, situada en el Viejo Prado de Barranquilla. En el 2017 Masa Crítica realza las obras de
Gabriel Acuña, Camilo Augusto, Linda Montoya y Luis Romero.
La muestra examina las dinámicas de las prácticas artísticas
contemporáneas en el Caribe colombiano, en la franja de los creadores más
jóvenes, pero especialmente aquellas propuestas que están cargadas de aportes
más evolucionados en los aspectos procesuales, conceptuales y formales de las
artes visuales, y que arrojan productos que renuevan e impactan la escena
artística de la región.
Masa Crítica es el resultado de una investigación que adelanta el Grupo
de Investigaciones Visuales del Caribe, VIDENS, de la Universidad del
Atlántico, cuyo objeto de estudio se centra en la producción artística de los
jóvenes creadores de la región, al igual que en desarrollar estrategias y
dispositivos de promoción y circulación de las propuestas.
Las obras de estos cuatro artistas navegan por espacios plásticos múltiples,
pero implantan coincidencias en la exploración de territorios particulares, en
ciertas prácticas obsesivas con formas y procesos que se convierten en
imperiosas y vitales, porque de otra manera no se alcanzaría el estallido
crítico que hace brotar la esencia del sentido.
Y en otro plano, la mayoría de las obras reafirman una búsqueda y
construcción de imágenes sobre procesos y vivencias, impregnadas de unas políticas
de identidad que revisan y repiensan historias personales o situaciones
definitorias ligadas al entorno.
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La Primera Mirada.
Grabado, dibujo, objeto, fotografía, encáustica.
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En esa perspectiva,
vemos a Gabriel Acuña que apela al juego, la exploración y, como en su niñez,
da rienda suelta a la curiosidad desarmando y armando objetos banales,
ordinarios, pero dando cuenta del proceso de armar la imagen mediando técnicas
como la fotografía, el dibujo, la encáustica y el grabado. Esas exploraciones
lo llevan a las calles de la ciudad en la búsqueda de indicios y encuentra en
los pasamanos de los buses la memoria de las diarias y recurrentes acciones que
graban los usuarios, aun sin darse cuenta. De la apariencia dorada y reluciente
del primer día nada queda, en un proceso inverso al Midas mitológico. El pasamanos es intervenido, transformado, impreso
y vuelve al público con varios niveles de información.
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Matarratón/La Deuda.
Video registro de Acción, Intervención urbana.
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La intervención urbana Matarratón
comenzó como un ritual en homenaje a un hermano del artista asesinado por
paramilitares confesos. La obra se hizo conmemorando los diez años del crimen
como una especie de segundo velorio a la manera de las tradiciones Wayuu. El
artista quería recordarles a las instituciones que tuvieron que ver directa o
indirectamente con su muerte que tenían una deuda. Por ello, recorre varias sedes
de la ciudad y en cada una pinta el retrato de la víctima recurriendo al esténcil,
una técnica libre, callejera, pero no con pintura normal sino con pigmento
extraído de las hojas del árbol matarratón, recordando lo que vio una vez en su
barrio, que los vecinos cobraban una deuda pintando con hojas de matarratón el
monto del dinero en los andenes de las casas.
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Cariba. Tinta, Grabado, Dibujo (1 de 7 piezas) |
Son muchas las imágenes de la obra Cariba,
pero esta vez son solo siete las que muestran las reflexiones de Camilo Augusto
en torno al territorio, a su historia personal y al significado de lo
identitario. El último abanico de su abuelo en Sincelejo que se transforma en un
monstruo, los retratos de su esposa e hija, los diseños tribales, la palabra
Caribe impresa muchas veces en placa dorada, son algunas de las figuras que
emergen y se suman al afán por encontrar una visualidad cercana como signo de
identificación.
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Proyecto
Azul. Video monocanal (375 imágenes a 31 cuadros/seg.) 12”. El Proyecto Azul se compone de un conjunto numeroso de fotografías donde el artista pretende capturar un azul específico del cielo. A sabiendas de que la Física explica que lo que vemos como azul del cielo es una vibración, una longitud de onda, enfatizado por la subjetividad de la percepción, el artista –con más de trescientas fotografías azules– anima la pieza de video buscando librar como obra de arte en la pantalla esa vibración física que no percibimos como tal.
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Proyecto café. Fotografía, 20 piezas. |
El Proyecto Café de Camilo
Augusto está conformado por más de 900 fotografías de asientos de café en el
fondo de la taza, las que, como una obsesión, una manía desprovista de
adivinación, ha procesado y ordenado minuciosamente durante años. Con una
selección de solo 20 imágenes, en una columna que intenta extraviarse en la
altura, el artista invita al espectador a dejarse llevar por este universo de
formas solo destinado a la libre interpretación.
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La Danza bajo la lluvia. Intervención. |

También ejecuta intervenciones en las bases de los postes de energía,
pintándoles raíces, hojarascas y sombras tratando de “naturizar”, de jugar con
la ilusión de materializar en árboles esos elementos inertes de la
infraestructura urbana. La estética contribuye a reactivar la utopía, pero lo
efímero de la práctica artística solo permite soñar por un breve espacio de
tiempo.
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Mar de Fueguitos. Acrílico. Intervención en el espacio público |
De Montoya son muy conocidos sus carteles y pinturas murales de la
serie de mujeres que cambian y transforman sus cuerpos y con ellas el mundo. Mujeres
de todas las dimensiones y tamaños. De esas mujeres brota la vida y la artista
establece la relación de la madre tierra con la mujer dadora de vida. Son
inspiradas en relatos, canciones y diversas lecturas, como la mujer cabeza de
flores y cuerpo de nubes o las mujeres que tienen fuego en sus pechos y arden
apasionadamente pudiendo consumir a los que se acercan, lo que nos recuerda el
cuento de Galeano donde se ve a la humanidad como un mar de fueguitos.
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Sin título. Intervención urbana, grabado |
Luis Romero sale a la deriva y observa que, a diferencia de otras,
Barranquilla es una ciudad de pocas zonas verdes y las que hay no son muy
apreciadas. Algunas personas cortan un árbol para evitar recoger la hojarasca
todas las mañanas o para ahuyentar el grupo de parroquianos que se guarece bajo
la sombra. Para testificar la muy poca conciencia ambiental, el artista realiza
grabados a partir de la huella de los árboles recién cortados. Usando técnicas
experimentales obtiene la imagen fresca, in
situ del caído, como levantando un acta del crimen que se ha cometido. Los
grabados llevan un código que revela la dirección donde fue cortado el árbol,
la edad y la fecha del arboricidio.
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Knock out. Intervención, dibujo. |
En otra línea de trabajo, al artista le sorprende que muchas de las
víctimas del conflicto armado desean perdonar a sus victimarios, mientras que
otras personas se muestran contrarias a los diálogos de paz, aunque no les ha
tocado de cerca la violencia. El mural Knock
out, dibujado directamente sobre una pared de la galería, es una especie de
juego visual de formas y colores en contradicción, alusivos a los
enfrentamientos del gobierno con la guerrilla y a los diálogos de paz que traen
consigo la reconciliación entre colombianos. Eso se traduce en unos cuerpos que
se ven como en lucha, trincados, pero también se pueden mirar como si
estuvieran abrazados. Tienen la connotación del encuentro, del lazo que une, de
un knock out que ha sido negado.