viernes, 12 de noviembre de 2010

El sentido del registro de la acción

Desde el 6 de noviembre se encuentra abierta en el Museo Guggenheim de Bilbao, España, la exposición Haunted: Contemporary Photography/Video/Performance, que reúne  a más de de un centenar de obras de sesenta artistas contemporáneos, como Sophie Calle, Marina Abramovic, Robert Rauschenberg, Richard Prince, Andy Warhol, Ana Mendieta, Cindy Sherman, Jeff Wall y otros, para analizar las múltiples maneras en las que la iconografía fotográfica se ha incorporado a la práctica artística reciente y su exclusivo poder como medio de reproducción.
Las fotografías, pinturas, vídeos, instalaciones y piezas cinematográficas que conforman la muestra se fechan entre la década de los sesenta y el momento actual. Estas obras subrayan las magníficas posibilidades expresivas que ofrecen las técnicas de grabación y la obsesión, tanto individual como colectiva, de los artistas actuales por acceder al pasado y por registrar la historia del arte, muchas veces en forma de fantasmales apariciones en performances con público o en rituales privados.
Como sabemos, los medios de reproducción y el performance se definen estructuralmente por la temporalidad fragmentada que presentan: se refieren de manera visceral a hechos pasados que se perciben en el presente, de tal manera que metafóricamente los muertos resucitan y el espectador queda suspendido entre la historia y lo reciente. Es esa cualidad la que ha otorgado a la fotografía y al performance una especie de poder mágico desde su nacimiento, y por lo que se ha considerado que la fotografía trasciende la muerte para recordarnos constantemente, como un memento mori, el inexorable paso del tiempo.
En esta muestra llama la atención las seis piezas representativas de la producción de la cubano-americana Ana Mendieta, gran exponente del arte del cuerpo y el Land Art, fallecida trágicamente a los 36 años en Nueva York. Igualmente, una serie de cuatro fotografías realizadas  por Jeff Wall para el Deutsche Guggenheim Berlín, donde se observa su particular enfoque cinematográfico con composiciones que describen de forma realista a personas en circunstancias familiares.
Haunted: Contemporary Photography/Video/Performance se distribuye a lo largo de la segunda planta del Museo en cinco categorías formales y conceptuales que giran en torno a las diferentes maneras de comprender y abordar el pasado por los distintos artistas que exponen. Ellas son:
Apropiación y archivo. A comienzos de los años sesenta, Robert Rauschenberg y Andy Warhol comenzaron a incorporar imágenes fotográficas en sus pinturas y establecieron así un nuevo método de producción visual que no se basaba en la entonces dominante abstracción gestual, sino en procesos mecánicos como la serigrafía. De ese modo, cuestionaron la noción del arte como expresión de un autor singular y heroico, y concibieron sus obras de una nueva manera: como depósito de información autobiográfica, cultural e histórica.
Desde entonces algunos artistas, incluyendo a Bernd y Hilla Becher, Christian Boltanski, Richard Prince, Sarah Charlesworth o Sherrie Levine han seguido este impulso archivístico, coleccionando fragmentos de la realidad por medio de la creación de nuevas fotografías o apropiándose de las existentes.

Muerte, publicidad y política. Andy Warhol tocó el lado más oscuro de una cultura mediática que florecía cuando creó sus pinturas serigrafiadas de Marilyn Monroe poco después de su muerte;  cultura mediática que durante la guerra de Vietnam se convirtió en parte integral de la vida diaria norteamericana. Hoy en día, con grandes canales de difusión y reproducción de imágenes, acontecimientos tan diferentes como el ataque al World Trade Center y las muertes de famosos como la princesa Diana y Michael Jackson pueden convertirse en algo traumático a escala global.
A raíz de esta nueva realidad cultural, artistas como Rachel Harrison, Adam Helms, Nate Lowman, Adam McEwen, Cady Noland, Walid Raad y Rosangela Rennó han reexaminado las estrategias de apropiación de imágenes prestando especial atención a los modos en que un conflicto político puede llegar a tener importancia global.

Documentación y reiteración. Desde comienzos de los años setenta, la documentación fotográfica, incluyendo el cine y el vídeo, ha sido un importante complemento en el arte de crear performances en directo, a menudo condicionando cuáles se representaban y a veces, incluso, obviando la necesidad de una audiencia. Debido a su carácter efímero, los artistas los han documentado en un intento de transmitir el significado de la obra. Para muchos creadores esos documentos asumen la función de reliquias, de objetos cuyo significado está profundamente ligado a una experiencia que ya se ha perdido en el pasado.
Las obras de artistas como Ana Mendieta, Marina Abramovic, Sophie Calle, Tacita Dean, Joan Jonas, Christian Marclay, Annette Messager y Zhang Huan examinan los distintos enfoques estéticos que inspiró el poder de repetición de la fotografía, la cual no sólo utilizaban para revivir sus performances (y las de otros), sino que con ella volvían a considerar la experiencia física de acontecimientos pasados. Estos artistas reconsideraron el propio documento como un objeto cargado de historia, prestando especial atención a su especificidad material.
Paisaje, arquitectura y el paso del tiempo. Una de las principales funciones históricas de la fotografía ha sido el registro de lugares en los que han ocurrido acontecimientos significativos, muchas veces traumáticos. Como observadores, únicamente nos quedan rastros con los que esperamos reconstruir los acontecimientos ausentes y del pasado en los campos, bosques, casas y oficinas que vemos. De esta manera, muchos artistas, entre otros Clemente Bernad, James Casebere, Spencer Finch, Carlos Garaicoa, Ori Gersht, Roni Horn, Sally Mann e Hiroshi Sugimoto, han vuelto a lugares vacíos en paisajes y arquitectura, creando poéticas reflexiones sobre el paso inexorable del tiempo e insistiendo en la importancia de recordar y rendir homenaje al pasado.
Lo traumático y lo siniestro. La fotografía no sólo ha tenido un gran impacto en cómo entendemos la historia, ha alterado, o como algunos teóricos defienden, ha reconfigurado completamente nuestro sentido de la memoria personal. Desde el nacimiento hasta la muerte, todos los aspectos de nuestras vidas se han reconstituido en imágenes junto con nuestras experiencias vitales.
Esta repetición, que se refleja en la propia tecnología del medio fotográfico, produce de manera efectiva una realidad alternativa en la representación que puede, particularmente cuando se trata de enfrentarse con hechos traumáticos, adoptar la fuerza de lo siniestro. Artistas como Gregory Crewdson, Anna Gaskell, Karl Haendel, Jeff Wall o Gillian Wearing explotan este efecto y construyen escenarios ficticios en los que el dolor y el placer de la experiencia personal vuelven con cualidades espeluznantes y de mal augurio.

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