El Centro de Arte Contemporáneo Báltico de Gateshead, Gran Bretaña, inauguró el pasado viernes una gran exposición de la obra de Anselm Kiefer (1945, Alemania), una de las figuras más destacadas de la pintura europea en el tercio final del siglo XX. La exposición incluye una gran diversidad de sus trabajos, ofreciendo una selección que abarca cuatro décadas, desde las primeras pinturas hasta las instalaciones monumentales.
Presentado en dos plantas de las galerías del Báltico, la exposición de Kiefer es la más grande que se ha presentado en el Reino Unido durante muchos años y ha sido posible gracias a la Fundación Artist Rooms.
Anselm Kiefer en el Centro Báltico incluye pinturas, esculturas e instalaciones, algunas de las cuales han sido rara vez vistas. La génesis motivante para el trabajo de Kiefer es su fascinación por el mito, la historia, la teología, la filosofía y la literatura.
Durante muchos años utilizó su pintura como una forma de enfrentarse al pasado de su propio país y en concreto al nacionalsocialismo y sus raíces históricas y mitológicas; para pintar la obra Margarethe, por ejemplo, se inspiró en uno de los poemas más famosos de Paul Celan, Todesfuge, escrito a partir de su experiencia en los campos de concentración. Pero, más recientemente, se ha ocupado también de las tradiciones y el simbolismo de distintas culturas.
La cabal importancia de estos temas se hace patente en el tamaño casi monumental de muchas de sus composiciones, que prácticamente dominan, por su escala, el campo de visión del espectador. Sus trabajos, en los que se fusionan la pintura, la escultura o la fotografía, mediante técnicas como el collage y el ensamblaje, subrayan la solemnidad y la naturaleza trascendente de su contenido no sólo por sus cualidades táctiles, sino por la violencia de su pincelada y la opacidad que transmite una paleta de colores casi monocroma, mezclada con materiales poco ortodoxos y endebles como plomo, alambre, paja, yeso, barro, ceniza, polvo, flores y plantas reales, en contraste con la transparencia de su significado.
Entre las obras que se incluirán en la exposición, figuran tres de temprana serie Parsifal (1973), inspiradas por la última ópera de Richard Wagner y su fuente literaria, un romance de Wolfram von Eschenbach basado en la leyenda medieval del Santo Grial.
Con la obra Paleta de 1981, Kiefer reveló el problemático legado heredado por los artistas de la Alemania de posguerra; la paleta del artista cuelga de un hilo en llamas, que alude a la vergüenza, la pérdida y la aparente imposibilidad de la creación artística. Su monumental Hombre bajo una Pirámide, de 1996, que mide más de cinco metros de largo, continúa el interés del artista por la meditación y la integración de cuerpo y mente.
También se incluye Palmsonntag de 2006, que comprende una secuencia de 36 pinturas de gran formato dispuestas alrededor de una palmera de tamaño real. Evitando al mismo tiempo la declaración religiosa explícita, el trabajo se basa en la narrativa cristiana del Domingo de Ramos para explorar la muerte y la resurrección, la decadencia, la recreación y el rejuvenecimiento; temas humanos que son fundamentales para la práctica artística de Kiefer y que pueden ser identificados en esta soberbia presentación.
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