domingo, 24 de octubre de 2010

La pintura y el símbolo como recurrencia

Algunos lo llaman el “niño prodigio" del arte contemporáneo de Latinoamérica, porque su primera exposición individual tuvo lugar en 1974 en la Galería Lirolay en Buenos Aires, cuando no llegaba a los 14 años de edad. En 1985 representó a Argentina en la XVIII Bienal de São Paulo y a los 30 años ya había expuesto individualmente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Al año siguiente ya está en Documenta IX de Kassel.
Es Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961), el artista argentino que el pasado viernes inauguró su exposición en el Museo Hirshhorn de la ciudad de Washington. Por más de 35 años este creador ha desarrollado una gran producción relacionada con su principal medio: la pintura. En su muestra Guillermo Kuitca: Everything, Paintings and Works on Paper, 1980–2008 presenta más de 45 lienzos y 25 obras sobre papel.
Guillermo Kuitca: Everything, Paintings and Works on Paper, 1980–2008 incluye piezas de todas las series más importantes de la artista, así como una amplia gama de sus obras en papel, que han desempeñado un rol importante en la evolución de su pintura. Es el primer estudio exhaustivo de la obra del artista en los Estados Unidos en más de diez años, y es co-organizado por el Hirshhorn, Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, Nueva York y el Museo de Arte de Miami.
La obra de Kuitca se caracteriza por imágenes recurrentes, sobre todo los sistemas espaciales y cartografía como mapas de asientos, planos arquitectónicos, mapas de carreteras y secuencias numéricas, así como decorados de teatro, camas y carruseles de equipaje de aeropuertos. A través de estos Kuitca explora los temas universales de la migración y la desaparición, la intersección de espacios públicos y privados y la importancia de la memoria.
Se pueden ver lienzos de la década de 1980 que tienen títulos inspirados en obras de teatro, la literatura y la música popular. Obras como El mar dulce y Siete canciones Últimas, ambas concluidas en 1986, son una reminiscencia de esa etapa con pequeñas figuras representando dramas aparentemente misteriosos e inquietantes.
En las obras de principios de 1990, con la ausencia de figuras, el artista explora la arquitectura y la geografía, así como los espacios domésticos y comunales. Trabaja con el plano del apartamento y con otras representaciones de los espacios de las instituciones públicas, mapas de la ciudad, de carreteras y topográficos. La planta, normalmente se considera como una representación objetiva de un lugar, y el mapa, aparente herramienta de navegación, se convierten, en manos de Kuitca, en vehículos de reflexiones poéticas sobre el lugar y el no-lugar, la memoria y la pérdida, la migración y el desplazamiento.
Y en su trabajos más recientes, como la serie Desenlace (2006-07), la pintura de Kuitca navega (o naufraga?) en francas referencias a la historia de la abstracción, del cubismo picassiano a los cortes de Fontana y del desnudo duchampiano a la selva de Lam.
Es muy reconocida su serie de las 20 camas en las que la tela del colchón son mapas de distintas regiones del mundo. La obra, creada en el 1992, fue adquirida por la Tate de Londres, Inglaterra. Hay  “lugares completamente privados donde la cama es el lugar del sueño, del sexo, el lugar del nacer, del morir. En fin, hay experiencias como muy importantes que, de algún modo, la cama es el escenario de gran parte de la experiencia humana", puntualiza el artista.

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