De colores café y negro y de 95 cm. de largo, las originales esculturas se tomaron escalinatas, paredes, columnas y arquitrabes de la sede legislativa para configurar una impresionante metáfora sobre la invasión de territorios y el desplazamiento forzado, fenómenos sociopolíticos producidos por el conflicto colombiano.
El cuerpo de las 1.300 hormigas está compuesto por una especie de cráneos bicéfalos hechos de fibra de vidrio, ramas de árboles, resinas, arena, carbón y otros pigmentos. Los amenazantes insectos estarán posados sobre la fachada del Congreso hasta el 26 de marzo, cuando se desplazarán nuevamente para tomarse otro monumento de la ciudad, “Los Héroes”, ubicado al norte de la capital. Anteriormente, ya se habían tomado el monumento al Libertador Simón Bolívar en la Quinta San Pedro Alejandrino de la ciudad de Santa Marta, donde nació el artista, y el antiguo Edificio de La Aduana en la ciudad de Barranquilla.
Y aunque el artista afirmó que su obra es solo un proyecto sociocultural, lo cierto es que Casa Tomada cobra una dimensión política, no solo por el sitio específico de la instalación, sino porque -como bien lo dijo el autor- con la invasión de hormigas que “representan la inmigración, la globalización y el desplazamiento, pretendo forzar una reflexión sobre lo que vivimos”. En Colombia, desde 1985 y hasta el año pasado aproximadamente más de 4 millones de colombianos, poco menos del 10% de la población, se han visto forzados a dejar sus tierras y casas debido al conflicto político interno.
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