La escultora Louise Bourgeois, quien exploró en sus obras los sentimientos más profundos de la mujer sobre el nacimiento, la sexualidad y la muerte falleció el lunes a los 98 años en la ciudad de Nueva York.
Bourgeois, que a su edad continuaba produciendo, trabajó con una amplia gama de materiales en sus obras, en las que abordó temas relativos al cuerpo masculino y femenino, así como a las pasiones del hombre, entre ellas la ira, la traición e incluso el homicidio. Temas muy personales, incluyendo sus padres y la infancia en Francia, su reclusión doméstica y la trascendencia, su interés en una tradición francesa de la histeria y la creatividad. Estos temas también están conectados con las grandes cuestiones, especialmente de género.
Su trabajo reflejó las influencias del surrealismo, del primitivismo y de los primeros escultores modernistas como Alberto Giacometti y Constantin Brancusi. Trabajó con artistas como Fernand Léger y se instaló en Estados Unidos a fines de la década del 30, ejerciendo una gran influencia sobre los artistas jóvenes.
Pero, el reconocimiento a su obra le llegó tarde, a los 70 años de edad cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York le montó una exposición. Desde entonces, Bourgeois fue una figura fascinante para los críticos de arte, sobre todo los historiadores y teóricos del arte feminista. Sus esculturas e instalaciones fueron vistas como repelentes y siniestras, así como eróticas y sensuales. Su escultura, con sus bultos, protuberancias, bulbos, burbujas, hendiduras, bobinas, cráteres, arrugas y huecos, pueden ser pulidas y brillantes o rugosas e irregulares. “En verdad me gusta preocupar y molestar a la gente (con el contenido de las obras)”, dijo la artista en 1984 al diario The Washington Post.
Su trabajo fue visceral y táctil. Las instalaciones que ella llamó "células" y "guaridas", fueron habitaciones en las que los espectadores podían mirar a través de empalizadas y cristales rotos. Estos inquietantes y obsesivos interiores estaban llenos de partes del cuerpo esculpido y formas, con espejos y objetos domésticos de evidente significación personal.
Bourgeois siempre dijo que su principal fuente de inspiración provenía de sus años de infancia en Francia, en especial del trauma que le causó descubrir la relación infiel de su padre con su maestra de inglés, algo que su madre discapacitada se negaba a reconocer.
"La Araña es una oda a mi madre", dijo una vez Louise Bourgeois. "Ella era mi mejor amiga. Al igual que una araña, mi madre era una tejedora... Al igual que las arañas, mi madre era muy inteligente. Las arañas son presencias amistosas... las arañas son útiles y dan protección, al igual que mi madre." La obra que presentó en la Tate Modern de Londres se llamó con toda razón Maman.
Hace dos años The Associated Press le preguntó a Bourgeois qué consejo le daría a los artistas jóvenes que apenas empiezan su carrera artística, sobre los cuales tuvo un gran impacto. “Cuenta tu propia historia y serás interesante”, escribió. “No te contagies del mal verde de la envidia. No te dejes engañar por el éxito y el dinero. No dejes que nada se interponga entre tu arte y tú”.
Para profundizar en el significado de su obra te recomiendo un estudio que le hizo el Centre Pompidou, Museo Nacional de Arte Moderno de París, con motivo de una retrospectiva de la artista en 2008.
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